mariposa2/17/2019 El prado verde y frondoso da nacimiento una crisálida alegre que, ¡curiosa como la excitación de la naturaleza!, se nutría de las sonrisas de las doncellas bañándose bajo la cascada de los colores del otoño. Miles de nombres fueron lanzados al aire y, abriéndome paso a través de los árboles, sólo pude atrapar el más fácil. La frescura del viento imitaba el canto de un arpa. El suelo húmedo se crispaba para ver nacer a la oruga que, ahora, es su alma arrastrándose por el vástago de un girasol. En vez de proferir la ornamentación lírica de la escena, preferí contemplar los millones de alas coloreadas emergiendo desde el hombro del sol. Por más que salté entre las nubes, ¡sólo pude atrapar a la más ingenua! Su cuerpo sin sangre cayó como una pluma en invierno, atormentándome con el símbolo que trazó sobre la nieve al caer. Sentí la vergüenza escaparse por mis poros y, ésta, no reparó en huir para ocultarse tras los árboles. Entonces los miedos se transformaron en esos remolinos que se dibujan en la comisura los labios que se han despedido para siempre. Y, por las mañanas, la oportunidad perdida vuelve para atormentarnos en un desayuno de fantasías, que se enfría mientras medito "los códigos para llegar a su alma” –Una taza vacía, ¡la ventana abierta!, el halo que gime… Sin embargo, el dolor entró y ocupó la silla vacía como el visitante de una pesadilla. La abrasión de la arena comenzó a fluir dentro de mis venas y por todo el amor que sentía por ella, mi dulce Mariposa, una y otra vez muriendo bajo otras cadenas. ¡El recuerdo del prado verde!... Ahora, nada más que una ciénaga ahogada por las tormentas de una espera en vano. El velo de la cascada desaparecía con el calor frágil del otoño. Los árboles fatigados se mecían en un secreto prohibido; y la neblina, en silencio, dibujaba todo lo que he carecido… Las estrellas se disfrazaron con alas luminiscentes y las orugas se transformaron en música. El rubor de un rostro; ¡el infierno en la mente! Vestimos nuestros sentimientos con túnicas verdes y nos ocultamos detrás de los crisantemos. Finalmente, el bosque que suspiraba orgulloso de sus mariposas comienza a toser y me extirpa la sombra, me urge encontrar su hija perdida y tomarla como esposa. El guardia de una crisálida. El fruto que, algún día, volará para colorear el viento de los sueños embaucados y dar temple al alma sedienta… Nadie podrá engañarme; la nitidez de esos sueños no fueron glóbulos en la mente. Los percibo; ¡los respiro! Sin saber que el cardumen avanza. Así perdería otra oportunidad de atrapar alguna, como ya lo imaginaba, mientras mi dulce Mariposa solitaria, sobre una flor olvidada, descansaba. MB Mariposa es un extracto de la obra "15 intentos de sangrar"
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